6.10.09

Las Guerras de Michael Klare

Hace ya algo más de un mes que he terminado de leer el afamado “Guerras por los recursos”. Nada demasiado espectacular. Tesis simples bien sustentadas y justificadas, en ocasiones hasta el exceso. Un libro sensación en los medios académicos vinculados a las Relaciones Internacionales el que ha escrito Klare con el objeto de desarrollar la hipótesis de que las guerras del futuro inmediato estarán determinadas, de manera principal y estructural, por la búsqueda, posesión y aseguramiento de las fuentes de recursos naturales indispensables para la vida humana.


A pesar del atractivo de su tesis, Klare no le restará importancia al sustrato étnico, cultural-civilizatorio, religioso e incluso ideológico y político que existe y seguirá existiendo en la motivación efectiva de muchos conflictos armados. La tesis de Klare no es de tal forma determinista. El autor se limita a alegar que estas dinámicas estarán supeditadas a la nueva lógica del sistema internacional, fundada en la creciente importancia del poderío industrial y de las dimensiones económicas de la seguridad. De esta forma, reserva a la lucha por los recursos la condición de principio rector del nuevo entorno internacional post-guerra fría y lo superpone a tratados tan publicitados como el choque de civilizaciones de Samuel Huntington, el ingobernable estado de anarquía y desorden de Robert Kaplan o la primacía de los asuntos suaves de agenda bajo el influjo de la globalización económica, postulada y defendida por la escuela neoliberal.


Klare se da a la tarea de construir un triángulo estratégico que defina la ecuación de los recursos y que explique su condición de fuente de tensiones internacionales. En esta piramide del desastre mundial, el primer vértice está conformado por el crecimiento incesante y vertiginoso de la demanda de recursos a escala mundial. Se trata de un ritmo insostenible basado en el crecimiento demográfico y la extensión de la industrialización. Hay más personas y las personas quieren vivir mejor, con la natural consecuencia de un ritmo frenético del ciclo depredación-producción-consumo que pone en riesgo la subsistencia humana.


Al lado y como consecuencia de una demanda insaciable, han comenzado a aparecer carestías significativas en la disponibilidad de algunos recursos. De acuerdo a un estudio de comienzos de siglo realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza, entre 1770 y 1995 la tierra perdió cerca de un tercio de la riqueza natural disponible. En particular, los hidrocarburos y el agua están sensiblemente tocados por las posibilidades de agotamiento, que sólo hacen más inclemente la competencia por el aseguramiento de las reservas.


Por último, el triángulo se cierra con el factor explosivo: las localizaciones de muchas fuentes o yacimientos clave están compartidos entre dos o más países, o se hallan en regiones limítrofes disputadas de las zonas económicas exclusivas. Cuando los Estados agoten sus reservas internas, pretenderán posesionarse de aquellas que poseen en común, con las graves consecuencias que ello podría traer.


Orientado por estas tres premisas, el autor desarrollará una caracterización de las posibles zonas de conflicto inminente, dándole contenido concreto al principio según el cual “la historia humana se caracteriza por una larga sucesión de guerras por los recursos”. A lo largo del texto, Klare detallará las tensiones explosivas que rodearán la competencia por la posesión, dominio y aseguramiento de las fuentes petrolíferas y sus zonas de paso, las masas de recursos acuíferos, los diamantes, el oro, los minerales de utilidad productiva y la madera de construcción. En estas disputas y conflictos, se verán involucrados una infinidad de Estados, además de las conflagraciones que son susceptibles de desatar dentro de cada unidad nacional, entre diversos actores en disputa por el control político. Un panorama bastante oscuro, que redefine el mapa del conflicto internacional ahora en torno, no a dos grandes bloques de Estados y sus zonas de interés geopolítico sino a las zonas de reserva de recursos y su interés geoeconómico.


Sin embargo, al final del texto, Klare intentará atemperar en cinco páginas la gravedad que expuso en doscientos setenta. Propondrá una estrategia para adquirir y administrar los recursos escasos y valiosos sobre la base de un sistema de cooperación internacional. Bajo este sistema, instituido sobre la base de instituciones internacionales sólidas, se desarrollaría una política de distribución equitativa de las existencias mundiales en situación de carestía aguda junto a un programa coordinado de investigación en busca de soluciones sustitutivas. Klare no cae en dubitaciones: o seguimos por el camino de la competencia cada vez más intensa por los recursos, que nos lleva a estallidos periódicos de la conflictividad, o elegimos la gestión de las reservas mundiales mediante un régimen cooperativo. Esas son las opciones de nuestro siglo XXI. Aleia jacta est.



Carlos Miguel Rodrígues
05/10/2009

2 comentarios:

  1. Gracias niña! Espero escribas para este espacio, que mucho crecería con tus invaluables aportes. Cuento con tus entradas y tu cuenta con mis comentarios. :)

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